Quién me iba a decir que el destino era esto.
Ver la lluvia a través de letras invertidas,
esa pared con manchas que parecen ministros,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas
Ver la lluvia a través de letras invertidas,
esa pared con manchas que parecen ministros,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas
Aquí no hay cielo.
Aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Aquí no hay horizonte.
Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste.
Siempre suena una orden, un teléfono, un timbre.
Y, claro, está prohibido
Es raro que uno tenga tiempo de verse triste.
Siempre suena una orden, un teléfono, un timbre.
Y, claro, está prohibido
llorar sobre los libros.
Porque no queda bien que la tinta se corra.
Porque no queda bien que la tinta se corra.
Aquí no hay cielo.
Género
Canción de autorPoema relacionado
Comentarios
Musicalización: Antonio Favero.