Parte II: Camina don Bueso

Camina Don Bueso mañanita fría
a tierras lejanas a buscar amiga.
Sin que el sol llegara ni fuera de día,
lavaba las ropas la tan blanca niña.
Sobre su caballo que claro lucía,
llegaba Don Bueso y así le decía:
—Qué manos tan blancas en el agua fría,
me parecen. niña, de una hermana mía.
Si tú lo quisieras conmigo vendrías,
sobre mi caballo yo te llevaría—.
La hermosa cautiva así le decía:
—¿Los paños del rey dónde quedarían?
—Los que son de oro contigo vendrían,
los que son de seda al río dejarías—.
Montola al caballo como le placía,
en todo el camino no hablaba la niña.
Al pasar un campo de verdes olivas
con muy grande llanto decía la niña:
—Allí fui criada, allí fui nacida,
soy hija de reyes, de noble familia,
que yo no soy mora, ni serlo querría,
soy castellana de moros cautiva.

—Si eres castellana de moros cautiva,
tú eres la mi hermana que tanto quería.
¡Abridme, mi madre, puertas y ventanas,
que en lugar de nuera os traigo a mi hermana!