He dormido

He dormido en el andén del metro,
—por miedo al despellejo de metralla—,
he dormido en el borde de la playa
y en el borde del borde del tintero
y en el borde del borde del tintero.

He dormido descalza y sin sombrero,
sin muñeca ni sábana de arriba,
me he dormido sentada en una silla
—y amanecí en el suelo,
y amanecí en el suelo—.

Y a pesar de estos golpes de fortuna
ya veréis por qué tengo buen talante;
he dormido a las penas una a una,
y he dormido en el pecho de mi amante
de mi amante.

Y la noche después de los desahucios
y los días después del aguacero,
dormía entre estropajos y asperones
en la tienda del tío chatarrero,
en la tienda del tío chatarrero.

Crecí, me puse larga regordeta,
me desvelé, pero seguí durmiendo,
llegué a mocita dicen que a poeta,
y terminé durmiéndole al sereno,
y terminé durmiéndole al sereno.

Y a pesar de estos golpes de fortuna
ya veréis por qué tengo buen talante;
he dormido las penas una a una,
y he dormido en el pecho…

Y a pesar de estos golpes de fortuna
ya veréis por qué tengo buen talante;
he dormido a las penas una a una,
y he dormido en el pecho
de mi amante
de mi amante
de mi amante.