Mi alegre Valentina
Mi alegre Valentina, una muchacha
que se empeña en quererme,
me pide una canción. Veré si logro
que me salga decente.
Mi alegre Valentina es una de esas
angélicas mujeres
cuyo cuerpo parece a los poetas
más blanco que la nieve.
Pero mi alegre Valentina quiere seguir la moda,
y entre junio y septiembre
se tumba al sol como un mortal cualquiera,
repintada de aceites.
Mi alegre Valentina,
mi Valentina alegre.
Mi alegre Valentina está graciosa
si su piel se oscurece.
La verdad, es entonces cuando yo la prefiero,
porque al venir a verme,
dispuesta a los más viejos y más negros pecados,
sus blancuras me ofrece,
y en un mágico instante toda la sal del mundo
me entrega dulcemente.
Sus orgullosos padres, de mítica riqueza
y modales burgueses,
la llamaron así por los compases
de un jazzista muy célebre.
Mi alegre Valentina,
mi Valentina alegre.
Mi alegre Valentina, cuando vemos
desgracias por la tele,
sin soltarme la mano, bellísima y serena,
sonríe indiferente.
Cuando quiere que piense en el futuro,
la pobre no me entiende:
no se avienen con ella los excesos del tiempo
ni de los alquileres.
Y está bien que así sea, porque tengo entendido
que el común de la gente
suele pasar la vida en emociones
bastante impertinentes.
Mi alegre Valentina,
mi Valentina alegre.
Hoy sois felices en la rue Galande:
un portal os protege
de cualquier inclemencia y vuestros besos
son bonitos juguetes.
Mañana lloraréis como han llorado
todos los que se quieren.
Solo mi Valentina se permite
ser feliz para siempre.
Quienes me conocéis pensáis que ha sido
solo un golpe de suerte,
y quisierais saber por qué con ella
he acabado perdiéndome.
Mi alegre Valentina,
mi Valentina alegre.
Vuestra cara de incrédulos me pide
que la verdad confiese.
Valentina no existe: tan solo de este modo
me querrá hasta la muerte.
Autor
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Nacimiento autor: 1961Fallecimiento autor: No aplicaGénero: Hombre