Canto de independencia
Paso a paso, mi tierra vuelve a mí. Trozo a trozo,
vuelven la claridad y el día y el centeno.
Han querido arrojar tanta luz en un pozo,
en un pozo guardado por un puño de cieno.
Haciendo luz la luz y luz la sombra densa,
van los padres del sol, los padres del granito,
que hacen la espiga grande, y hacen la vida inmensa
y el vientre de las madres poblado de infinito.
Déjame, que me vaya madre a la guerra,
déjame blanca hermana, novia morena.
Y después de dejarme junto a las balas,
Mándame a la trinchera flores y cartas.
Aprende en estas vidas, aprende como aprendo:
aprende a ser un hombre bien clavado en el barro,
lo mismo que estos hombres que mueren encendiendo
la mecha, la sonrisa, la muerte y el cigarro.
¡Fuera de aquí, egoístas de retorcidas manos,
dispuestos a negar la pureza en la nieve!
Sois también invasores como los italianos,
como la dinamita que sobre España llueve.
Déjame, que me vaya madre a la guerra,
déjame blanca hermana, novia morena.
Y después de dejarme junto a las balas,
Mándame a la trinchera flores y cartas.
Escoged bien la piedra para grabar los nombres,
la eternidad, los rasgos, la vida, la figura
de la definitiva materia de estos hombres,
hasta volverla carne de siglos y hermosura.
España se levanta limpia como las hojas,
limpias con el sudor del hombre y las mañanas,
y aún sonarán los nombres y las pisadas rojas
cuando el bronce no suene y el cañón eche canas.
Déjame, que me vaya madre a la guerra,
déjame blanca hermana, novia morena.
Y después de dejarme junto a las balas,
Mándame a la trinchera flores y cartas.
(Transcripción propia a partir del poema y del audio de la canción, a falta de fuente escrita; la puntuación y ortografía son estimadas).
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Esta versión supone una musicalización similar del poema de Miguel Hernández. El autor utiliza las estrofas primera, cuarta, quinta, duodécima, decimoséptima y decimonovena para componer la canción; introduce, además, a modo estribillo los tres primeras estrofas de otro poema de Miguel Hernández: Déjame que me vaya.
«…Déjame que me vaya,/madre, a la guerra.
Déjame, blanca hermana,/novia morena.
Y después de dejarme/junto a las balas,/mándame a la trinchera/besos y cartas…»