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[Morir cotidiano, undoso]. Luis Cernuda. Perfil del aire. 1927.
Morir cotidiano, undoso
Entre sábanas de espuma;
Almohada, alas de pluma
De los hombros en reposo.
Un abismo deleitoso
Cede; lo incierto presente
A quien con el cuerpo ausente
En contraluces pasea.
Al blando lecho rodea
Ébano en sombra luciente.
["Me llamarán..."]. Blas de Otero. Pido la paz y la palabra. 1978.
…porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más…
SANCHO.
(Quijote, II, cap. 74.)
Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! por una bala.
Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos.
Y también
por ti.
(Aquí
no se salva ni dios, lo asesinaron.)
Escrito está. Tu nombre está ya listo,
temblando en un papel. Aquél que dice:
abel, abel, abel… o yo, tú, él…
El texto del poema está tomado de Blas de Otero (1978). Pido la paz y la palabra, 45-46. Barcelona: Lumen. 3.ª ed.
España en marcha. Gabriel Celaya. Cantos iberos. 1955.
Nosotros somos quien somos.
¡Basta de Historia y de cuentos!
¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.
Ni vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo.
Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.
Somos el ser que se crece.
Somos un río derecho.
Somos el golpe terrible de un corazón no resuelto.
Somos bárbaros, sencillos.
Somos a muerte lo ibero
que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.
De cuanto fue nos nutrimos,
transformándonos crecemos
y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto
¡A la calle!, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.
No reniego de mi origen,
pero digo que seremos
mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.
Españoles con futuro
y españoles que, por serlo,
aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.
Recuerdo nuestros errores
con mala saña y buen viento.
Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.
Vuelvo a decirte quién eres.
Vuelvo a pensarte, suspenso.
Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.
No quiero justificarte
como haría un leguleyo.
Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.
España mía, combate
que atormentas mis adentros,
para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.
El texto del poema está tomado de Gabriel Celaya (1993). Trayectoria poética. Antología, José Ángel Ascunce (ed.), 195-196. Madrid: Castalia.
20 ["Puedo escribir los versos…"]. Pablo Neruda. Veinte poemas de amor y una canción desesperada. 1924.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda (1972). Obras escogidas, tomo I, Francisco Coloane (ed.), 71-72. Santiago de Chile: Andrés Bello.
Inventario galante. Antonio Machado. Soledades. Galerías. Otros poemas. 1907.
Tus ojos me recuerdan
las noches de verano,
negras noches sin luna,
orilla al mar salado,
y el chispear de estrellas
del cielo negro y bajo.
Tus ojos me recuerdan
las noches de verano.
Y tu morena carne,
los trigos requemados,
y el suspirar de fuego
de los maduros campos.
Tu hermana es clara y débil
como los juncos lánguidos,
como los sauces tristes,
como los linos glaucos.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano…
Y es alba y aura fría
sobre los pobres álamos
que en las orillas tiemblan
del río humilde y manso.
Tu hermana es un lucero
en el azul lejano.
De tu morena gracia,
de tu soñar gitano,
de tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Me embriagaré una noche
de cielo negro y bajo,
para cantar contigo,
orilla al mar salado,
una canción que deje
cenizas en los labios…
De tu mirar de sombra
quiero llenar mi vaso.
Para tu linda hermana
arrancaré los ramos
de florecillas nuevas
a los almendros blancos,
en un tranquilo y triste
alborear de marzo.
Los regaré con agua
de los arroyos claros,
los ataré con verdes
junquillos del remanso…
Para tu linda hermana
yo haré un ramito blanco.
Este poema no apareció en la primera edición de Soledades (1903), sino en la edición aumentada que vio la luz en 1907 bajo el título Soledades. Galerías. Otros poemas.
Canción de otoño en primavera. Rubén Darío. Cantos de vida y esperanza. Los cisnes y otros poemas. 1905.
A [Gregorio] Martínez Sierra
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera oscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía…
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé…
y le mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe…
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín…
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…
y a veces lloro sin querer…
¡Mas es mía el Alba de oro!
El texto del poema está tomado de Rubén Darío (2001). Azul… Cantos de vida y esperanza, Álvaro Salvador (ed.), 223-225. Madrid: Espasa Calpe.
Viajero que regresas a esta ciudad del norte. Benjamín Prado. Un caso sencillo. 1986.
Viajero que abandonas esta ciudad del Norte
donde una dulce nieve empapa la razón
Donde los barcos llegan cargados de preguntas
a muelles laboriosos como mi corazón.
Las autopistas blancas que atraviesan despacio
mi vieja soledad.
Esa gente que pasa por mi calle llevando mi pensamiento
al otro lado de la ciudad.
Cuando de ella y de mi queden solo estos versos
los hoteles que un día quisimos compartir,
los coches aparcados sobre nuestros recuerdos
la glorieta de Atocha donde la conocí.
Dile que estoy parado al final de mí mismo
igual que un policía sin nadie a quien prender.
Como un autoestopista debajo de la lluvia,
como un multimillonario sin su Mercedes Benz.
Dile que la extraño y que me siento raro
igual que un presidente dentro del autobús,
como una Kawasaki en un cuadro del Greco
igual que un perro a cuadros, igual que un gato azul.
Cuando de ella y de mi queden solo estos versos
los hoteles que un día quisimos compartir
los coches aparcados sobre nuestros recuerdos
las calles de Almería donde la conocí…
Benditos malditos IV. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Bendito sea el indocumentado
morito hacinadito en su patera,
los pañales del hijo del pecado,
la dictadura de la primavera.
Benditos sean los cultos robinsones,
los récords que no salen en el Guinness,
los nacos, los pied noir, los segundones,
los adultos que lloran en los cines,
la penitencia de los penitentes,
la decadencia de los decadentes,
las aflicciones de los afligidos,
las anginas del tonto de la clase,
las Duncan, las Meninas, los Ducasse,
los alias falsos de los perseguidos.
Malditos benditos III. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Ay, Rocío. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Rocío de mi barba cenicienta,
dulcinea del oso y el madroño,
corchea que me canta las cuarenta,
sultana de magüey, jersey de otoño.
Abono de las plantas de mis labios,
lámpara milagrosa de Aladino,
bella durmiente que desgrava agravios,
detergente que lava mi destino.
No vuelvas a rodar por la escalera,
cuando no haya un portero, a ras del suelo,
que medie entre tu alma y los chichones.
Convídame a fundar la primavera,
no me cierres las puertas de tu cielo
lleno de caramelos y bombones.
Ay, Carmela. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
A ti que te enfurruñas con mis bromas,
hija de anciano bardo inevitable,
candidata a heredar mis cromosomas,
polizón de un por fin ingobernable.
A ti que me arruinas con percebes,
a ti que me adivinas de memoria,
a ti que trinas cuando no te atreves
a explorar las letrinas de mi historia.
A ti, prima inter pares, Carmelona,
compinche de mis trucos malabares,
chinche, precoz, naranja guasingtona,
dame un beso filial en la rebaba,
por cantar el cantar de los cantares
y ponerlo a tus pies, reina de Saba.
Sirva de precedente. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Por una vez hice lo que tenía
que hacer sin contrabando de etiquetas,
por una vez viaje donde debía
viajar sin doble fondo en las maletas.
Por una vez crecí como la gente
desde el genome hasta mi yo mas mío,
por una vez, sirva de precedente,
no hice bromas al borde del hastío.
Por una vez, al fin de la jornada,
me atreví a tutear a la almohada
con solvencia de experto cirujano,
por una vez no se me vió el plumero
y ejercía de oficial y caballero,
como quien doma un corazón villano.
Cuando tengas frío. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Manga por hombro. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Matar las tardes. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
De pie sigo. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Bajo los puentes. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Se trata de vivir por accidente,
se trata de exiliarse en las batuecas,
se trata de nacerse de repente,
se trata de vendarse las muñecas.
Se trata de llorar en los desfiles,
se trata de agitar el esqueleto,
se trata de mearse en los fusiles,
se trata de ciscarse en lo concreto.
Se trata de indultar al asesino,
se trata de insultar a los parientes,
se trata de llamarle pan al vino.
Se trata de engañar a los creyentes,
se trata de colarse en el casino,
se trata de dormir bajo los puentes.
Que no llevan a Roma. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Puntos suspensivos. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.
Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos…
A Sabicas. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
En nombre de la vida. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
Sin puntos ni comas. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
La fe del carbonero. Joaquín Sabina. Ciento volando de catorce. 2001.
No te salves. Mario Benedetti. Poemas de otros. 1974.
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Quiero creer que estoy volviendo. Mario Benedetti. Geografías. 1984.
Vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo
hay tanto siempre que no llega nunca
tanta osadía tanta paz dispersa
tanta luz que era sombra y viceversa
y tanta vida trunca
vuelvo y pido perdón por la tardanza
se debe a que hice muchos borradores
me quedan dos o tres viejos rencores
y sólo una confianza
reparto mi experiencia a domicilio
y cada abrazo es una recompensa
pero me queda / y no siento vergüenza /
nostalgia del exilio
en qué momento consiguió la gente
abrir de nuevo lo que no se olvida
la madriguera linda que es la vida
culpable o inocente
vuelvo y se distribuyen mi jornada
las manos que recobro y las que dejo
vuelvo a tener un rostro en el espejo
y encuentro mi mirada
propios y ajenos vienen en mi ayuda
preguntan las preguntas que uno sueña
cruzo silbando por el santo y seña
y el puente de la duda
me fui menos mortal de lo que vengo
ustedes estuvieron / yo no estuve
por eso en este cielo hay una nube
y es todo lo que tengo
tira y afloja entre lo que se añora
y el fuego propio y la ceniza ajena
y el entusiasmo pobre y la condena
que no nos sirve ahora
vuelvo de buen talante y buena gana
se fueron las arrugas de mi ceño
por fin puedo creer en lo que sueño
estoy en mi ventana
nosotros mantuvimos nuestras voces
ustedes van curando sus heridas
empiezo a comprender las bienvenidas
mejor que los adioses
vuelvo con la esperanza abrumadora
y los fantasmas que llevé conmigo
y el arrabal de todos y el amigo
que estaba y no está ahora
todos estamos rotos pero enteros
diezmados por perdones y resabios
un poco más gastados y más sabios
más viejos y sinceros
vuelvo sin duelo y ha llovido tanto
en mi ausencia en mis calles en mi mundo
que me pierdo en los nombres y confundo
la lluvia con el llanto
vuelvo / quiero creer que estoy volviendo
con mi peor y mi mejor historia
conozco este camino de memoria
pero igual me sorprendo.
Todavía. Mario Benedetti. Poemas de otros. 1974.
No lo creo todavía
estás llegando a mi lado
y la noche es un puñado
de estrellas y de alegría
palpo gusto escucho y veo
tu rostro tu paso largo
tus manos y sin embargo
todavía no lo creo
tu regreso tiene tanto
que ver contigo y conmigo
que por cábala lo digo
y por las dudas lo canto
nadie nunca te reemplaza
y las cosas más triviales
se vuelven fundamentales
porque estás llegando a casa
sin embargo todavía
dudo de esta buena suerte
porque el cielo de tenerte
me parece fantasía
pero venís y es seguro
y venís con tu mirada
y por eso tu llegada
hace mágico el futuro
y aunque no siempre he entendido
mis culpas y mis fracasos
en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido
y si beso la osadía
y el misterio de tus labios
no habrá dudas ni resabios
te querré más
todavía.
Por qué cantamos. Mario Benedetti. Cotidianas. 1979.
Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil
usted preguntará por qué cantamos
si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza
usted preguntará por qué cantamos
si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro
usted preguntará por que cantamos
cantamos por qué el río está sonando
y cuando suena el río suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino
cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos
cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota
cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta
cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza
Te quiero. Mario Benedetti. Poemas de otros. 1974.
Ustedes y nosotros. Mario Benedetti. Poemas de otros. 1974.
Ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual
ustedes cuando aman
calculan interés
y cuando se desaman
calculan otra vez
nosotros cuando amamos
es como renacer
y si nos desamamos
no la pasamos bien
ustedes cuando aman
son de otra magnitud
hay fotos chismes prensa
y el amor es un boom
nosotros cuando amamos
es un amor común
tan simple y tan sabroso
como tener salud
ustedes cuando aman
consultan el reloj
porque el tiempo que pierden
vale medio millón
nosotros cuando amamos
sin prisa y con fervor
gozamos y nos sale
barata la función
ustedes cuando aman
al analista van
él es quien dictamina
si lo hacen bien o mal
nosotros cuando amamos
sin tanta cortedad
el subconsciente piola
se pone a disfrutar
ustedes cuando aman
exigen bienestar
una cama de cedro
y un colchón especial
nosotros cuando amamos
es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno
sin sábanas da igual.
Vamos juntos. Mario Benedetti. Letras de emergencia. 1973.
Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
Me sirve y no me sirve. Mario Benedetti. Letras de emergencia. 1973.
La esperanza tan dulce
tan pulida tan triste
la promesa tan leve
no me sirve
no me sirve tan mansa
la esperanza
la rabia tan sumisa
tan débil tan humilde
el furor tan prudente
no me sirve
no me sirve tan sabia
tanta rabia
el grito tan exacto
si el tiempo lo permite
alarido tan pulcro
no me sirve
no me sirve tan bueno
tanto trueno
el coraje tan docil
la bravura tan chirle
la intrepidez tan lenta
no me sirve
no me sirve tan fría
la osadía
sí me sirve la vida
que es vida hasta morirse
el corazon alerta
sí me sirve
me sirve cuando avanza
la confianza
me sirve tu mirada
que es generosa y firme
y tu silencio franco
sí me sirve
me sirve la medida
de tu vida
me sirve tu futuro
que es un presente libre
y tu lucha de siempre
sí me sirve
me sirve tu batalla
sin medalla
me sirve la modestia
de tu orgullo posible
y tu mano segura
sí me sirve
me sirve tu sendero
compañero.
Sueldo. Mario Benedetti. Poemas de la oficina. 1956.
Aquella esperanza que cabía en un dedal,
aquella alta vereda junto al barro,
aquel ir y venir del sueño,
aquel horóscopo de un larguísimo viaje
y el larguísimo viaje con adioses y gente
y países de nieve y corazones
donde cada kilómetro es un cielo distinto,
aquella confianza desde nos cuándo,
aquel juramento hasta nos dónde,
aquella cruzado hacia nos qué,
ese aquel que uno hubiera podido ser
con otro ritmo y alguna lotería,
en fin, para decirlo de una vez por todas,
aquella esperanza que cabía en un dedal
evidentemente no cabe en este sobre
con sucios papeles de tantas manos sucias
que me pagan, el lógico, en cada veintinueve
por tener los libros rubricados al día
y dejar que la vida transcurra,
gotee simplemente
como un aceite rancio.
Sola no estás. Ángeles Mora. Ficciones para una autobiografía. 2015.
No es cuestión de palabras,
es un rumor de fondo
queriendo aparecer.
Se entrecruzan las voces
como peces revueltos
dentro del pecho. Duelen,
hacen daño.
Fuera cantan los pájaros
y tú cierras los ojos.
Engaña la quietud del momento.
Pero a ti no te ciega
esta postal de vida retirada.
Sola no estás, el pensamiento
no deja de latir, da golpes, bulle,
igual que si la tierra se moviera.
Tú eres la tierra que se mueve,
que tiembla con el fuego de otra música.
No estás sola.
El río de la historia sobreviene.
Un murmullo se acerca.
Has de saber qué dicen esas voces
que ya no se conforman,
mujeres que callaron tanto tiempo,
razones que traen luz:
para nunca estar solas.
Dedicatoria. Leopoldo María Panero. Last River Together. 1980.
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
El texto del poema está tomado de Leopoldo María Panero (2001). Poesía completa. 1970-2000, Túa Blesa (ed.), 226. Madrid: Visor. 2.ª ed. 1.ª ed.
La voz inmóvil. Emilio Prados. Jardín cerrado. 1946.
El ciprés, junto a la adelfa,
velando a la luna nueva,
me está llamando:
―Ven, ven…
(No, no, que no voy,
que no.)
El ciprés, junto a la acequia,
velando a la luna llena,
me está llamando:
―Ven, ven…
(No, no, que no voy,
que no.)
El ciprés, junto a la alberca,
velando a la luna muerta,
me está llamando:
―Ven, ven…
(No, no, que no voy,
que no.)
La noche cubre al ciprés,
como una campana negra.
Sigue sonando:
―¡Ven!…
¡Ven!…
Mañana de ayer, de hoy. Jaime Gil de Biedma. Moralidades. 1966.
Es la lluvia sobre el mar.
En la abierta ventana,
contemplándola, descansas
la sien en el cristal.
Imagen de unos segundos,
quieto en el contraluz,
tu cuerpo distinto, aún
de la noche desnudo.
Y te vuelves hacia mí,
sonriéndome. Yo pienso
en cómo ha pasado el tiempo,
y te recuerdo así.
Durante la invasión. Jaime Gil de Biedma. Moralidades. 1966.
Sobre el mantel, abierto, está el periódico
de la mañana. Brilla el sol en los vasos.
Almuerzo en el pequeño restaurante,
un día de trabajo.
Callamos casi todos. Alguien habla en voz vaga
―y son conversaciones con la especial tristeza
de las cosas que siempre suceden
y que no acaban nunca, o acaban en desgracia.
Yo pienso que a estas horas amanece en la Ciénaga,
que todo está indeciso, que no cesa el combate,
y busco en las noticias un poco de esperanza
que no venga de Miami.
Oh Cuba en el lejano amanecer del trópico,
cuando el sol no calienta y está el aire claro:
que tu tierra dé tanques, y que tu cielo roto
sea gris de las alas de tus aeroplanos!
Contigo están las gentes de la caña de azúcar,
el hombre del tranvía, los de los restaurantes,
y todos cuantos hoy buscamos en el mundo
un poco de esperanza que no venga de Miami.
Jaime Gil de Biedma (1982). Las personas del verbo, 119. Barcelona: Seix Barral.
Autobiografía. Luis Rosales. Rimas. 1951.
Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.
Luis Rosales (2005). El náufrago metódico. Antología, Luis García Montero (ed.), 129. Madrid: Visor.
En el principio. Blas de Otero. Pido la paz y la palabra. 1955.
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
El texto del poema está tomado de Blas de Otero (1978). Pido la paz y la palabra, 13. Barcelona: Lumen. 3.ª ed.
Con los cinco pinares. Claudio Rodríguez. Casi una leyenda. 1991.
Con los cinco pinares de tu muerte y la mía
tú volverás. Escucha. La promesa besada
sobre tu cicatriz sin huella con racimo en silencio
nos da destino y fruto en la herida del aire.
Si yo pudiera darte la creencia y los años,
la visión renovada esta tarde de otoño
deslumbrada y segura sin recuerdo cobarde,
vileza macilenta, sin soledad ni ayuda…
Es el amor que vuelve. ¿Y qué hacemos ahora
si está la alondra de alba cantando en la resina
de los cinco pinares de tu muerte y la mía?
Fue demasiado pronto pero ahora no es tarde.
¡Si es el amor sin dueño, si es nuestra creación:
el misterio que salva y la vida que vive!
La poesía es un arma cargada de futuro. Gabriel Celaya. Cantos iberos. 1955.
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo; y en la tierra, son actos.
El texto del poema está tomado de Gabriel Celaya (2006). Antología poética. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Disponible en: https://www.cervantesvirtual.com/obra/antologia-poetica–51/ [Última consulta: 15/07/2023]
Un español habla de su tierra. Luis Cernuda. Las nubes. 1943.
Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,
Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?
El texto del poema está tomado de Luis Cernuda (2000). La realidad y el deseo (1924-1962), 186. Madrid: Alianza.
["Inútil escrutar tan alto cielo..."]. Manuel Vázquez Montalbán. Pero el viajero que huye. 1990.
Inútil escrutar tan alto cielo
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata
inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas
El texto del poema está tomado de Manuel Vázquez Montalbán (2008). Poesía completa. Memoria y deseo 1963-2003, Manuel Rico (estudio preliminar), J. M. Castellet (introducción), 371. Barcelona: Península.
Cuando pienso en los viejos amigos. Luis Alberto de Cuenca. Por fuertes y fronteras. 1996.
Cuando pienso en los viejos amigos que se han ido
de mi vida, pactando con terribles mujeres
que alimentan su miedo y los cubren de hijos
para tenerlos cerca, controlados e inermes.
Cuando pienso en los viejos amigos que se fueron
al país de la muerte, sin billete de vuelta,
solo porque buscaron el placer en los cuerpos
y el olvido en las drogas que alivian la tristeza.
Cuando pienso en los viejos amigos que, en el fondo
del mar de la memoria, me ofrecieron un día
la extraña sensación de no sentirme solo
y la complicidad de una franca sonrisa…
El texto del poema está tomado de Luis Alberto de Cuenca (2021). Los mundos y los días. Poesía 1970-2009, 284. Madrid: Visor. 6.ª ed.
Calambur. Ángel González. Muestra de…. 1976.
La axila vegetal, la piel de leche,
espumosa y floral, desnuda y sola,
niegas tu cuerpo al mar, ola tras ola,
y lo entregas al sol: que le aproveche.
La pupila de Dios, dulce y piadosa,
dora esta hora de otoño larga y cálida,
y bajo su mirada tu piel pálida
pasa de rosa blanca a rosa rosa.
Me siento dios por un instante: os veo
a él, a ti, al mar, la luz, la tarde.
Todo lo que contemplo vibra y arde,
y mi deseo se cumple en mi deseo:
dore mi sol así las olas y la
espuma que en tu cuerpo canta, canta
—más por tus senos que por tu garganta—
do re mi sol la si la sol la si la.
El texto del poema está tomado de Ángel González (2006). Palabra sobre palabra. Obra completa (1956-2001), 322. Barcelona: Seix Barral.
Julia Reis. José Mateos. Una extraña ciudad. 1990.
Yo conocí tu época dorada,
aquellos años de estudiante en Cádiz,
cuando tú frecuentabas los suburbios
peores, los bares más inhóspitos.
Entonces era fácil encontrarte
en las sesiones últimas de cine,
bajo cualquier portal o en el asiento
trasero de algún coche abandonado.
Y también te recuerdo, sobre todo,
momentos antes de empezar la fiesta,
de pie y muy morena preparando
inexplicables cócteles, martinis…
Mis amigos sabían ya del turbio,
inextinguible fuego de tus labios
y yo no supe hablarte o no lo hice
esperando quizás mejor momento.
Y me arrepiento ahora, Julia Reis,
tierno amor sin amparo, fácil presa
de los perdidos barcos de la noche.
Le regret d'Héraclite. Jorge Luis Borges. --. 1960.
Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca
aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.
Dístico aparecido en la primera edición de El hacedor (1960). Borges, en uno de sus ya habituales juegos metaliterarios, atribuye la autoría de los versos a un escritor ficticio: Gaspar Camerarius. El argentino también incluye, por supuesto, la correspondiente referencia (tan falsa como su autor): Deliciae Poetarum Borusiae, VII, 16.
En ediciones posteriores, se cambió «abrazo» por «amor», supuestamente por preferencia del propio Borges.
Muchos años después de la muerte Borges, Juan Bonilla continúa el juego literario proponiendo en uno de sus artículos un falso origen del misterioso personaje del dístico: Matilde Urbach. Dicho artículo quedaría recogido en El arte del yo-yo (1996). Tal fue el impacto del supuesto descubrimiento de Bonilla que éste, a pesar de ser ficticio, aparece (sin la debida referencia) en unas obras completas de Borges (Costa Picazzo y Zangara, 2009). Juan Bonilla explicaría todo esto y más años después en «Matilde Urbach ‘revisted'» (https://www.elmundo.es/blogs/elmundo/bibliotecaenllamas/2014/06/18/matilde-urbach-revisited.html).
Hasta mañana. Mario Benedetti. Próximo Prójimo y Inventario. 1965.
Voy a cerrar los ojos en voz baja
voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño
la voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos, tan pequeño
que a Dios invoco, pero no le pido
nada, con tal de compartir apenas
este universo que hemos conseguido
por las malas y a veces por las buenas.
¿Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas?
Mi pesadilla es siempre el optimismo:
me duermo débil, sueño que soy fuerte,
pero el futuro aguarda. Es un abismo.
No me lo digan cuando me despierte.
Tu quebranto. Mario Benedetti. Letras de emergencia. 1973.
Tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
es sólo por preguntar
desde que tu pena existe
como un ileso sentido
todo está triste y cumplido
todo está cumplido y triste
no tiene melancolía
el limpio dolor que tienes
ya no te quedan rehenes
para obtener la alegría
Tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
es sólo por preguntar
tu pena no es tu tortura
tu pena es tu peregrina
quién sabe cómo termina
si termina tu aventura
tu pena es un cautiverio
sin mar sin cielo y sin rosas
por sobre todas las cosas
tu pena es como misterio
tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
es sólo por preguntar
tu voz se calla por sabia
y ese silencio es mejor
si tu dolor no es dolor
es que tu dolor es rabia
tu dolor es una espada
que hiere o corta o libera
tu pena es una manera
de vencer la madrugada
Tu voz no quiere cantar
tu voz se esconde en el llanto
si pregunto tu quebranto
no me vas a contestar.
Vidalita por las dudas. Mario Benedetti. Letras de emergencia. 1973.