Carta
El palomar de las cartas abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia, el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia, desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños, fragmentos de la ternura,
proyectados en el cielo, lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.
Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra que yo te escribiré.
En un rincón enmudecen cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tintay desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea como un breve cementerio
de las pasiones de antes, de los amores de luego.
Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra, que yo te escribiré.
Cuando te voy a escribir se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir, te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable tinta de mi sentimiento.
Allá va mi carta cálida, paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas y la dirección en medio.
Ave que sólo persigue, para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos, y el espacio de tu aliento.
Y te quedarás desnuda dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla del todo contra tu pecho.
Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra que yo te escribiré.
Ayer se quedó una carta abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas hablando para los muertos:
papel anhelante, humano, sin ojos que puedan serlo.
Mientras los colmillos crecen, cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido, si no es posible despierto.
Y mis heridas serán los derramados tinteros,
las bocas estremecidas de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz han de repetir: te quiero.
Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra, que yo te escribiré.
Aunque bajo la tierra mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra, que yo te escribiré.
(Transcripción propia a partir del poema y del audio de la canción, a falta de fuente escrita; la puntuación y ortografía son estimadas).
Detalles discográficos
Poema relacionado
Comentarios
La canción supone una musicalización idéntica del poema, verso a verso y estrofa por estrofa.