Inventario

Joaquín Sabina

Las cosas que me dices cuando callas,

los pájaros que anidan en tus manos,

el hueco de tu cuerpo entre las sábanas,

el tiempo que pasamos insultándonos.

 

El miedo a la vejez, los almanaques,

los taxis que corrían despavoridos,

la dignidad perdida en cualquier parque,

el violinista loco, los abrigos.

 

Las lunas que he besado yo en tus ojos,

el denso olor a semen desbordado,

la historia que se mofa de nosotros,

las bragas que olvidaste en el armario.

 

El espacio que ocupas en mi alma,

la muñeca salvada del incendio,

la locura acechando agazapada,

la batalla diaria entre dos cuerpos.

 

Mi habitación con su cartel de toros,

el llanto en las esquinas del olvido,

la ceniza que queda, los despojos,

el hijo que jamás hemos tenido.

 

El tiempo del dolor, los agujeros,

el gato que maullaba en el tejado,

el pasado ladrando como un perro,

el exilio, la dicha, los retratos.

 

La lluvia, el desamparo, los discursos,

los papeles que nunca nos unieron,

la redención que busco entre tus muslos,

tu nombre en la cubierta del cuaderno.

 

Tu modo de abrigarme el corazón,

la celda que ocupaste en una cárcel,

mi barca a la deriva, mi canción,

el bramido del viento entre los árboles.

 

El silencio que eximes como un muro,

tantas cosas hermosas que se han muerto,

el tiránico imperio del absurdo,

los oscuros desvanes del deseo.

 

El padre que murió cuando eras niña,

el beso que se pudre en nuestros labios,

la cal de las paredes, la desidia,

la playa que habitaban los gusanos.

 

El naufragio de tantas certidumbres,

el derrumbe de dioses y de mitos,

la oscuridad en torno como un túnel,

la cama navegando en el vacío.

 

El desmoronamiento de la casa,

el sexo rescatándonos del tedio,

el grito que horadó la madrugada,

el amor como un rito en torno al juego.

 

El insomnio, la ausencia, las colillas,

el arduo aprendizaje del respeto,

las heridas que ya ni Dios nos quita,

la mierda que arrastramos sin remedio.

 

Todo lo que nos dieron y quitaron,

los años transcurridos tan deprisa,

el pan que compartimos, las caricias,

el peso que llevamos en las manos.

 

[Letra tomada de Joaquín Sabina, Con buena letra (Madrid: Temas de Hoy, 2002), p. 23]

Intérprete

Nacionalidad: España

Detalles discográficos

Tipo: Álbum
Título del álbum: Inventario
Año: 1978
Discográfica: Movieplay

Comentarios

Sabina relaciona intertextualmente la letra de su canción con el famoso poema número 15 de Pablo Neruda en Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Este poema empieza con el verso: «Me gustas cuando callas porque estás como ausente», que se repite igual en el verso 17 y de manera ligeramente distinta en el verso 9: «Me gustas cuando callas y estás como distante». Asimismo, Neruda explica que: «Como todas las cosas están llenas de mi alma / emerges de las cosas, llena del alma mía». De manera parecida, Sabina comienza su canción apelando a «Las cosas que me dices cuando callas», y reivindica: «El espacio que ocupas en mi alma». La relación intertextual se reafirma a través de la similar estructura de ambas composiciones: estrofas de cuatro versos de arte mayor con rima asonante o consonante. Neruda se vale de versos alejandrinos con rima solo en los pares (-A-A);  por su parte, Sabina usa endecasílabos y establece la rima entre los versos pares y entre los versos impares (ABAB), excepto en la última estrofa, donde la rima es ABBA.

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