Oriental (2)

José Zorrilla

Corriendo van por la vega

a las puertas de Granada

hasta cuarenta gomeles

y el capitán que los manda.

 

Al entrar en la ciudad,

parando su yegua blanca,

le dijo este a una mujer

que entre sus brazos lloraba:

 

“Enjuga el llanto, cristiana,

no me atormentes así,

que tengo yo, mi sultana,

un nuevo Edén para ti.

 

Tengo un palacio en Granada,

tengo jardines y flores,

tengo una fuente dorada

con más de cien surtidores.

 

Y en la vega del Genil

tengo parda fortaleza,

que será reina entre mil

cuando encierre tu belleza.

 

Y sobre toda una orilla

extiendo mi señorío;

ni en Córdoba, ni en Sevilla,

hay un parque como el mío.

 

Allí la altiva palmera

y el encendido granado,

junto a la frondosa higuera,

cubren el valle y collado.

 

Allí el robusto nogal,

allí el nópalo amarillo,

allí el sombrío moral

crecen al pie del castillo.

 

Y olmos tengo en mi alameda

que hasta el cielo se levantan,

y en redes de plata y seda

tengo pájaros que cantan.

 

Y tú mi sultana eres;

que desiertos mis salones

está mi harén sin mujeres,

mis oídos sin canciones.

 

Yo te daré terciopelos

y perfumes orientales,

de Grecia te traeré velos,

y de Cachemira chales.

 

Y te daré blancas plumas

para que adornes tu frente,

más blancas que las espumas

de nuestros mares de Oriente;

 

Y perlas para el cabello,

y baños para el calor,

y collares para el cuello;

para los labios… ¡amor!”

 

“¿Qué me valen tus riquezas”,

respondióle la cristiana,

“si me quitas a mi padre,

mis amigos y mis damas?

 

Vuélveme, vuélveme, moro,

a mi padre y a mi patria,

que mis torres de León

valen más que tu Granada”.

 

Escuchóla en paz el moro,

y manoseando su barba,

dijo, como quien medita,

en la mejilla una lágrima:

 

“Si tus castillos mejores

que nuestros jardines son,

y son más bellas tus flores,

por ser tuyas en León,

 

y tú diste tus amores

a alguno de tus guerreros,

Hurí del Edén, no llores;

vete con tus caballeros”.

 

Y dándole su caballo

y la mitad de su guardia,

el capitán de los moros

volvió en silencio la espalda.

Autor

Movimiento: Romanticismo

Poemario

Año de publicación original: 1837
Lugar de publicación original: Madrid
Publicación/Edición original: Imprenta de I. Sancha
Edición utilizada: 1905 - Manuel P. Delgado
Temas: Amor

Canción relacionada

Comentarios

La canción musicaliza el poema, con ligeras variaciones léxicas en los versos y suprimiendo algunas estrofas, a causa de lo cual el sentido cambia completamente. En el poema original, la cristiana pide al moro que la deje, porque es feliz en su tierra de León; él accede, y se va sin ella, entristecido. En la canción, el moro se lleva a la gitana para hacerla feliz en su castillo.