Pensativo estaba el Cid

Pensativo está Rodrigo
viéndose de pocos años
para vengar a su padre
matando al conde Lozano.

Miraba el bando temido

del poderoso contrario,

que tenía en las montañas

mil amigos asturianos.

Miraba cómo en las Cortes

del rey de León, Fernando,

era su voto primero

y en guerras mejor su brazo.
Todo le parece poco
respecto de aquel agravio,
el primero que se ha hecho
a la sangre de Laín Calvo.
Al cielo pide justicia,
a la tierra pide campo,
al viejo padre licencia,
y a la honra esfuerzo y brazo.

Non cuida de su niñez

que, en naciendo, es costumbrado

a morir por casos de honra

el valiente fijodalgo.

Descolgó una espada antigua
de Mudarra el castellano,
que estaba vieja y mohosa

por la muerte de su amo.

Y pensando que ella sola

bastaba para el descargo,

ante que se la ciñese

así le dice turbado:

—Faz cuenta, valiente espada,
que es de Mudarra mi brazo,
y que con su brazo riñes,
porque suyo es el agravio.

Bien sé que te correrás

de verte así en la mi mano,

mas no te podrás correr

de volver atrás un paso.
Tan fuerte como tu acero
me verás en campo armado;
tan bueno como el primero
segundo dueño has cobrado;

Y cuando alguno te venza

del torpe fecho enojado,

fasta la cruz en mi pecho

te esconderé muy airado.
Vamos al campo, que es hora
de dar al conde Lozano
el castigo que merece
tan infame lengua y mano—.

Determinado va el Cid,

y va tan determinado,

que en espacio de una hora

quedó del Conde vengado.

Autor

  • Anónimo
    Nacimiento autor: No aplica
    Fallecimiento autor: No aplica
    Nacionalidad: España
Movimiento: Edad Media

Poemario

Título: Romancero viejo

Comentarios

Versión recogidas por Agustín Durán en Romancero de Romances caballerescos e historicos anteriores al siglo XVIII (1832).