Ya se sale por la puerta
Ya se sale por la puerta,
por la que salía al campo,
consigo lleva sus hijos
esse Conde Arias Gonçalo.
Él quiere ser el primero
porque en la muerte no ha estado,
mas Doña Vrraca la Infanta
la batalla le ha quitado.
Llorando de los sus ojos
y el cabello destrençado:
—Ruégovos por Dios, el Conde,
buen conde Arias Gonçalo,
que dexéis esta batalla
porque sois viejo y cansado.
Dexaisme desamparada
y todo mi aver cercado;
ya sabéis lo que mi padre
a vos dexó encomendado:
que no me desamparéis,
endemás, en tal estado—.
En oyendo aquesto el Conde
mostróse muy enojado:
—Déxesme ir, señora,
que yo estoy desafiado,
y tengo de hazer batalla,
porque fuy traidor llamado—.
Con la Infanta Cavalleros
al Conde le avían rogado
que les dexe la batalla,
que la tomaran de grado.
Quando el Conde vido aquesto
recibió pesar doblado;
llamara sus quatro hijos,
y al vno dellos ha dado
las sus armas y su escudo,
el su estoque y su cavallo;
echole su bendición
porque era dél muy amado.
Pedro Arias avía por nombre,
Pedro Arias el Castellano,
por la puerta de Zamora
se sale fuera y armado.
Topa con D. Diego Ordóñez,
su enemigo y su contrario:
—Dios os salve, buen D. Diego,
y él os haga prosperado,
en las armas muy dichoso,
de traydores libertado.
Ya sabéis que soy venido
para lo que está aplaçado;
a libertar a Zamora
de lo que le han levantado—.
Don Diego le respondiera
con sobervia ha fablado:
—Todos juntos sois traidores,
y oy entiendo de provarlo—.
Buelven los dos las espaldas
por tomar luego del campo;
hiriéronse juntamente
en los pechos denodados;
saltan astas de las lanças
con el golpe que se han dado;
no se hacen mal alguno
porque van muy bien armados.
Don Diego dio en la cabeça
a Pedro Arias desdichado:
cortárale todo el yelmo
con un pedazo del casco.
Quando se vido herido
Pedro Arias y lastimado,
abraçárase a las crines,
y al pescuezo del cavallo;
sacó esfuerço de flaqueza
aunque estaba mal llagado,
quiso herir a don Diego,
mas acertó en el cavallo,
que la sangre que corría
la vista le avía quitado.
Cayó muerto prestamente
Pedro Arias el castellano,
Don Diego que vido aquesto
tomó la vara en la mano
diziendo azia Zamora:
—¿Dónde estás, Arias Gonzalo?
Embía al fijo segundo,
que el primero ya ha acabado;
ya se acabaron sus días
su juventud fin ha dado—.
Embió el hijo segundo,
que Diego Arias es llamado;
tornara a salir don Diego
con sus armas y cavallo,
y diérale fin a aqueste
como al primero avía dado.
El conde viendo sus hijos,
que los dos le han ya faltado,
quiso embiar el tercero
aunque con temor doblado.
Llorando de los sus ojos
dixo: —Ve, mi hijo amado,
haz como buen Cavallero
a lo que eres obligado,
pues sustentas la verdad,
de Dios serás ayudado;
venga las muertes sin culpa,
que han passado tus hermanos—.
Hernando Arias, el tercero,
al palenque avía llegado;
mucho mal y muy dañado.
Alçó la mano con saña
vn gran golpe le avía dado,
mal ferido le ha en el ombro,
en el ombro y en el braço,
y Don Diego con su estoque
lo firiera muy de grado;
firiéralo en la cabeça,
en el casco le ha tocado.
Recudió el fijo tercero
con vn gran golpe al cavallo,
que hizo ir a Don Diego
huyendo por todo el campo.
Ansí quedó esta batalla
sin quedar averiguado
quáles son los vencedores,
los de Zamora o del campo.
Quisiera volver don Diego
ala batalla de grado,
mas no quisieron los Juezes,
ni la licencia le han dado.
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RomancesAutor
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Nacimiento autor: 1500Fallecimiento autor: 1600Nacionalidad: EspañaGénero: Hombre
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Versión de Juan de Escobar del motivo del combate de los hijos de Arias Gonzalo.