Donde habita el olvido

Joaquín Sabina

Cuando se despertó,

no recordaba nada

de la noche anterior,

“demasiadas cervezas”,

dijo al ver mi cabeza

al lado de la suya, en la almohada…

y la besé otra vez,

pero ya no era ayer

sino mañana.

Y un insolente sol,

como un ladrón, entró

por la ventana.

 

El día que llegó

tenía ojeras malvas

y barro en el tacón,

desnudos, pero extraños,

nos vio, roto el engaño

de la noche, la cruda luz del alba.

Era la hora de huir

y se fue sin decir

“llámame un día”.

Desde el balcón la vi

perderse en el trajín

de la Gran Vía.

 

Y la vida siguió

como siguen las cosas que no

tienen mucho sentido,

una vez me contó,

un amigo común, que la vio

donde habita el olvido.

 

La pupila archivó

un semáforo rojo,

una mochila, un peugeot

y aquellos ojos

miopes

y la sangre al galope

por mis venas

y una nube de arena

dentro del corazón

y esta racha de amor

sin apetito.

Los besos que perdí,

por no saber decir

“te necesito”.

 

Y la vida siguió

como siguen las cosas que no

tienen mucho sentido,

una vez me contó

un amigo común, que la vio

donde habita el olvido.

 

[Letra tomada de Joaquín Sabina, Con buena letra (Madrid: Temas de Hoy, 2002), p. 196]

Intérprete

Nacionalidad: España

Detalles discográficos

Tipo: Álbum
Título del álbum: 19 días y 500 noches
Año: 1999
Discográfica: BMG Ariola

Comentarios

El título de la canción de Sabina, que se repite en el estribillo, se inspira en el libro de Luis Cernuda, Donde habite el olvido (1934) y en el poema homónimo ahí incluido; a su vez, ambos se remontan a la rima LXVI de Gustavo Adolfo Bécquer, cuando este, ante la pregunta de «¿A dónde voy?», responde: «donde habite el olvido, / allí estará mi tumba». Nótese que en los textos de Bécquer y Cernuda se usa olvidar en presente de subjuntivo, mientras que Sabina lo usa en indicativo.

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