Las abarcas desiertas

Inés Saavedra

Por el cinco de enero,

cada enero ponía

mi calzado cabrero

a la ventana fría.

 

Y encontraban los días

que derriban las puertas,

mis abarcas vacías,

mis abarcas desiertas.

 

Nunca tuve zapatos,

ni trajes, ni palabras:

siempre tuve regatos,

siempre penas y cabras.

 

Me vistió la pobreza,

me lamió el cuerpo el río

y del pie a la cabeza

pasto fui del rocío.

 

Por el cinco de enero,

para el seis, yo quería

que fuera el mundo entero

una juguetería.

 

Y al andar la alborada

removiendo las huertas,

mis abarcas sin nada,

mis abarcas desiertas.

 

Ningún rey coronado

tuvo pie, tuvo gana

para ver el calzado

de mi pobre ventana.

 

Toda gente de trono,

toda gente de botas

se rió con encono

de mis abarcas rotas.

 

Rabié de llanto, hasta

cubrir de sal mi piel,

por un mundo de pasta

y unos hombres de miel.

 

Rabié de llanto, hasta

cubrir de sal mi piel,

por un mundo de pasta

y unos hombres de miel.

 

Por el cinco de enero,

de la majada mía

mi calzado cabrero

a la escarcha salía.

 

Y hacia el seis, mis miradas

hallaban en sus puertas

mis abarcas heladas,

mis abarcas desiertas.

 

(Transcripción propia a partir del poema y del audio de la canción, a falta de fuente escrita; la puntuación y ortografía son estimadas).

Intérprete

Nacionalidad: Uruguay

Detalles discográficos

Tipo: Álbum
Título del álbum: Letras y música
Año: 2012
Discográfica: Autoeditado

Comentarios

Esta versión supone una musicalización similar al poema de Miguel Hernández. La única modificación respecto al original es que, en la canción, se repite la novena estrofa:

«… Rabié de llanto, hasta/cubrir de sal mi piel,/por un mundo de pasta/y unos hombres de miel…»

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