Leningrado – Joaquín Sabina

Leningrado – Joaquín Sabina

Título
Leningrado
Intérprete
Joaquín Sabina
Nacionalidad
España
Álbum
Lo niego todo
Tipo
Long Play (LP)
Año
2017
Discográfica
Sony Music
Género
Canción de autor y Rock
Relación con el poema
Alusión
Letra

Me doctoré en tus labios de ocasión,

en una sórdida pensión

de Leningrado,

sin pasaporte y fuera de la ley

pero borracho, como un rey

desheredado.

 

Cincuenta rublos era un potosí,

y tu desnudo un maniquí

de grana y oro.

Nos dieron llaves de la suite nupcial,

que era un cuartucho de hospital

sin inodoro.

 

Nos quedaba para un vodka con limón

y un tostón del menchevique

de la esquina.

Cuando agonizó el palique, ¡qué ansiedad!,

te empecé a desabrochar

la gabardina.

 

No era fácil en la Unión

Soviética ir por

condones a recepción.

A años luz de la rutina

anidó una golondrina

en mi balcón.

 

No sé qué nos pasó ni cómo fue

que nos cruzáramos aquella

noche loca.

Balbuceamos cursiladas todo a cien

y rodamos descosiéndonos

la boca.

 

Nos matábamos de ganas de vivir

sobreactuando el vodevil

de la bohemia.

No dormir era más dulce que soñar

y envejecer con dignidad

una blasfemia.

 

Tú con boina, yo con barba, viva el Che,

recién conversos a la fe

del hombre nuevo,

no había caído el muro de Berlín

ni reventado el polvorín

de Sarajevo.

 

Porque la revolución

tenía un Talón

de Aquiles al portador

y flotando entre las ruinas

enviudó una golondrina

en mi balcón.

 

Ayer salías, morena, de un café

ya casi medio siglo que

no te veía.

“Eras rubia, si no recuerdo mal”,

dije; y, mintiendo: “estás más

guapa todavía”.

 

Me aceptaste una cerveza sin alcohol,

se nos había muerto el sol

en los tejados.

Funerales y con nada que decir

vi en tus pupilas un añil

mal dibujado.

 

No sé por qué sigo escribiendo esta canción

pero me sangra el corazón

cuando lo hurgo.

Supe que te casaste con un juez

y Leningrado es otra vez

San Petersburgo.

 

Ni siquiera comentamos

si quedamos,

pásame tu dirección

y de vuelta a la oficina

se estrelló una golondrina

en mi balcón.

 

Porque la revolución

tenía un Talón

de Aquiles al portador

y, flotando entre las ruinas,

enviudó una golondrina

en mi balcón.

 

(Transcripción propia a partir del audio de la canción; a falta de fuente escrita, la puntuación y ortografía son estimadas).

Comentarios

La canción alude y, en cierto modo, invierte en el estribillo («enviudó una golondrina / en mi balcón») el sentido del verso de Bécquer: «Volverán las oscuras golondrinas».



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