La huéspeda
Sin comerlo ni beberlo
nos han encerrado en el Cuarto Oscuro
—¡la vida!—
(¡Qué cuarto de hora tan pequeño!)
¡Qué cuarto tan pequeño sin ventanas!
El mío tiene dos puertas, eso sí,
una cerrada,
—¡y sólo Dios sabe dónde está la llave!—
y la otra de par en par.
Por ella entra y sale, la fulana de la angustia.
La dejé entrar en casa,
y me pidió quedarse,
me pilló en mal momento,
y la di manta y todo.
Vino para una noche,
y ya va para dos años;
empezó a meter muebles,
y a adularme los versos.
Otras veces intenta matarme con su vino,
o con su droga barata de tristeza.
¡Quiero hacerlo!
¡Quiero deshacerme de ella!
El abogado dice que yo no tengo derecho,
que ha pasado el periodo
y que ha metido muebles.
Y sigo con la huéspeda,
la zorra de la angustia.
Anoche llegó mala…
¿Y cómo voy a echarla
si me vino preñada de esperanza?
Y sigo con la huéspeda.
Y sigo con la huéspeda.
Y sigo con la huéspeda.
Y sigo con la huéspeda.
Y sigo con la huéspeda.
Y sigo con la huéspeda.
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Letra transcrita desde audio. La puntuación y ortografía son aproximadas.