Princesa
Entre la cirrosis
y la sobredosis
andas siempre, muñeca,
con tu sucia camisa
y, en lugar de sonrisa,
una especie de mueca.
Cómo no imaginarte,
cómo no recordarte,
hace apenas dos años,
cuando eras la princesa
de la boca de fresa,
cuando tenías aún esa
forma de hacerme daño
Ahora es demasiado tarde, princesa;
búscate otro perro que te ladre, princesa.
Maldito sea el gurú
que levantó entre tú
y yo un silencio oscuro,
del que ya sólo sales
para decirme: “vale,
déjame veinte duros”.
Ya no te tengo miedo,
nena, pero no puedo
seguirte en tu viaje,
cúantas veces hubiera
dado la vida entera
porque tú me pidieras
llevarte el equipaje.
Ahora es demasiado tarde, princesa;
búscate otro perro que te ladre, princesa.
Tú que sembraste en todas
las islas de la moda
las flores de tu gracia,
¿cómo no ibas a verte
envuelta en una muerte
con asalto a farmacia?
¿Con qué ley condenarte
si somos juez y parte
todos de tus andanzas?
Sigue con tus movidas,
reina, pero no pidas
que me pase la vida
pagándote fianzas.
Ahora es demasiado tarde, princesa;
búscate otro perro que te ladre, princesa.
[Estrofa x 4]
[Letra tomada de Joaquín Sabina, Con buena letra (Madrid: Temas de Hoy, 2002), p. 70]
Detalles discográficos
Poema relacionado
Comentarios
Sabina relaciona intertextualmente la historia de su princesa, atormentada por las drogas en los años 80 de Madrid, con la triste princesa de la «Sonatina» de Rubén Darío. Darío, al comienzo del poema, dice de su princesa que: «Los suspiros se escapan de su boca de fresa». Para Sabina, la mujer protagonista de su canción, antes de arruinarse la vida con la heroína, era: «la princesa / de la boca de fresa».