Flor del arroyo
Alocada mariposa.
Figurilla de marfil
débil, morena y hermosa.
La más primorosa rosa
de un alba de bello Abril.
Esto la gente decía
que era una niña gitana
que vieron llegar un día
por los caminos de Hungría
tras errante caravana.
Mostrando un gallardo talle
de venusina escultura
y andares de ave de valle
corría de plaza en calle
a echar la buenaventura.
Con la ropa de colores,
la boca de risa prieta,
llenos de extraños fulgores
los ojos fascinadores,
y la ronca pandereta.
Al transeúnte detenía;
mientras el cuerpo serrano
arqueaba y retorcía,
el porvenir le leía
en los trazos de la mano.
Siempre así: lúbrica y pura
iba la flor del arroyo,
toda vida y hermosura,
sin que en su marcha insegura
hallara ningún escollo.
Pero llegó a detenerla
en aquel camino un hombre:
se enamoró de ella al verla,
se acordó un día de quererla
y al otro…, ni de su nombre.
Y la pobre gitanilla
que había puesto todo el fuego
de su alma ardiente y sencilla
al amar, no la mancilla,
el desamor lloró luego.
Su pandereta sonando,
moviendo su grácil talle,
su dolor disimulando,
riente al transeúnte abordando,
cayó muerta un día en la calle.
Alocada mariposa.
Figurilla de marfil
débil, morena y hermosa.
La más primorosa rosa
de un alba del bello Abril.
Esto sólo con voz huera,
dijo de la sin apoyo
la gente —siempre embustera—.
No hubo nadie que dijera:
¡Era una flor del arroyo!
Género
Poesías narrativasAutor
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Nacimiento autor: 1910Fallecimiento autor: 1942Nacionalidad: EspañaGénero: Hombre
Poemario
Canción relacionada
Comentarios
Se trata de uno de los primeros poemas de Miguel Hernández, publicado el 30 de abril de 1930 en el diario Voluntad, de Orihuela.