El Cid
Era la mano derecha del rey,
era su hombre de confianza.
Una duda cegó sus ojos
sin percibir que era venganza.
Por su destierro inesperado,
él quería saber la razón.
El monarca aún cegado,
él sentía dolor en su corazón.
Su fuerza de guerrero
le hizo reaccionar:
conquistaría tierras lejanas
para a su señor agradar.
Eran grandes sus amores,
su esposa, sus hijas y el rey,
pero debía partir de Castilla
para implantar su propia ley.
Era su espada tan grande
como la misma verdad.
Su vida era luchar,
esa es la realidad.
Regresose al fin a Castilla
el gran guerrero, el mio Cid.
Su rey al fin sonreía,
tomarían el fruto de la vid.
El gran guerrero lo logró,
muchos tesoros y una gran fe.
Su honor reconquistó
e implantó su propia ley.
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Comentarios
Aunque no hay referencias expícitas al Cantar de mio Cid, la letra muy claramente hace referencia a la caracterización de Rodrigo Díaz de Vivar en el mismo, particularmente en el primer cantar, pero también al perdón real en el segundo cantar.