La sombra de Hilario Méndez

La luna de los indios,

siempre menguada,

no alcanza a iluminarles

toda la cara.

No puedo verlos, [verso x 2]

y no sé si están tristes

o están contentos.

Tiene razón el blanco:

los pobres cholos

ni siquiera se mueren

como nosotros.

Nadie los planta, [verso x 2]

y un buen día se agostan

o los arrancan.

Cuando la noche pesa

sobre la gente,

se impacientan las balas

y los machetes.

No sabrán nunca [verso x 2]

a qué mano acompañan

ni lo que buscan.

Mil estampas tiznadas

velan el sueño

y una Virgen sin carne

vendrá a romperlo.

Indio, despierta, [verso x 2]

que la muerte está en celo

junto a tu puerta.

Para siempre sestean

viejos y niños,

raspados por la uña

de un dios mestizo.

En la hornacina [verso x 2]

un madero desprende

rubias sonrisas.

La luz escarba en vano

cuajos de tierra:

la sombra de los Méndez

no está completa.

Ánimo, Hilario, [verso x 2]

que usarán tu cabeza

de escapulario.

(Transcripción propia a partir del audio de la canción y en contraste con el texto del poema; a falta de fuente escrita, la puntuación y ortografía son estimadas).