Nanas de la cebolla – Miguel Hernández
Nanas de la cebolla – José Mercé
La nana de la cebolla – Romero San Juan
Nanas de la cebolla – Enrique Morente
Nanas de la cebolla – Joan Manuel Serrat
Nanas de la cebolla – Los Juglares
Liviana/Serrana – Luís Marín
Nanas de la cebolla – Caco Senante
Nanas de la cebolla – Coro I.B. Pedro Ibarra
Nanas de la cebolla – Miguel Rivera
Nanas de la cebolla – Joan Manuel Serrat y Alberto Cortez
Nanas de la cebolla – Eduardo Rincón
La nana de la cebolla – Lole
Nanas de la cebolla – Cuarteto vocal VOX cuatro
Nanas de la cebolla – Síntesis
Nanas de la cebolla – Francisco Curto
Nanas de la cebolla – María de Medeiros
Nanas de la cebolla – Fraskito
Nanas de la cebolla – Colectivo de Músicas Mestizas
Nanas de la cebolla – Sergio Valiente/Grupo Tricoma Sound System
Nanas de la cebolla – Mísia
Nanas de cebolla – Francisco Pesqueira
Nanas de la cebolla – Jose Antonio Labordeta
Nanas de la cebolla – Manuel Gerena
Nanas de la cebolla – Isamil9
Nanas de la cebolla – José Miguel Arranz
Nanas de la cebolla – Ángel Corpa
Nanas de la cebolla – Oriana Quintero y Manuel Ramos
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.
Aunque publicado póstumamente por primera vez en 1958, el poema fue escrito en la cárcel entre 1938 y 1941.