Estrella de la mar / Doña Endrina / ¡Ay ojos, los mis ojos!
Estrella de la mar, puerto de holgura,
de dolor y de pesar y de tristura
venme a librar pues que de amor
conozco la cruel tortura.
Querer do non me quieren, es lucha denodada:
responder do non nos llaman, vanidad probada.
Bien sabe Dios que a esta dueña y a cuantas yo serví
siempre quise guardarlas, nunca las deserví.
Pues de dueña amada noble siempre bien escribí,
¿por qué trato tan duro que no merecí?
No te quiero, Amor, ni al suspiro, tu hijo,
tanto más me acosas cuanto más me humillo.
Hácesme penar en balde, mas no acepto tu castigo
no vale tu vanagloria ni un vil grano de mijo.
Doña Endrina, que mora aquí, en mi vecindad,
de hermosura, donaire, de gracia y de beldad,
salva y vence a todas las que hay en la ciudad.
Si amor no me engaña, os lo digo de verdad.
¡Ay, cuán hermosa viene doña Endrina por la plaza!
¡Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza!
¡Qué cabello, qué boquilla, qué color, que buenandanza!
Con saetas de amor hiere quando los ojos alza.
A persona como ella yo no le oso hablar,
porque es de gran linaje y tiene buen solar,
de mejores parientes que yo, de tan gran lugar
que a decirle lo que siento no me oso aventurar.
Doña Endrina me hirió de saeta enarbolada
atravesome el corazón, en él la traigo clavada;
con toda mi gran fuerça no puede ser arrancada,
la llaga más va creciendo, el dolor no mengua nada.
De talle muy apuesta, de gestos amorosa,
doñegil [sic], muy lozana, placentera, hermosa,
cortés y mesurada, halaguera, donosa,
graciosa y risueña, amor de toda cosa.
Todas estas noblezas me la hacen querer,
mas acercarme a ella no me puedo atrever,
solución ya no hallo que me pueda acorrer
solo vos, doña Venus, lo podéis hacer.
¡Ay ojos, los mis ojos! ¿por qué os fuistéis a poner
en dueña que no os quiere desposar, ni ver?
Ojos, por vuestra vista me habéis llegado a perder,
penaredes, mis ojos, penad y amorteced.
¡Ay, lengua sin ventura! ¿por qué quieres dezir?,
¿por qué quieres hablar?, ¿por qué quieres departir
con dueña que no te quiere escuchar ni oír?
¡Ay cuerpo tan penado, cómo te vas a morir!
¡Ay, corazón quejoso, cosa desaguisada!
¿Por qué matas el cuerpo do tienes tu morada?
¿Por qué amas la dueña, que no te precia nada?
Corazón, por tu culpa vivirás vida penada.
Estrella de la mar, puerto de holgura,
de dolor y de pesar venme a librar.
Detalles discográficos
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Comentarios
Texto original (estrofas 1681; 106b y c; 107; 390; 596; 653; 598; 597; 581; 601; 788; 789 y 786 del Libro de buen amor, en ese orden) ligeramente modernizado y con algunas modificiaciones. Pertenece a la B. S. O. de la película El libro de buen amor (1975).